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Las comillas son signos ortográficos, y se usan tres tipos en la lengua española: las comillas angulares, también llamadas españolas o latinas (« »), las inglesas (“ ”) y las simples (‘ ’). Según parece, la mayoría de la gente no tiene ni idea de la existencia de las angulares, y eso que son muy importantes... Aparte de por otras razones, disponemos actualmente de estos tres tipos por una fundamental: para diferenciar las partes entrecomilladas dentro de otras partes ya entrecomilladas; se usan las comillas angulares como primer recurso, las inglesas como segunda opción y las simples como último uso; por ejemplo: «Antonio me dijo: “Vaya ‘cacharro’ que se ha comprado Julián”». Aunque es infrecuente necesitar tanto entrecomillado junto, si se diera el caso no tendríamos problemas si solemos emplear las angulares primero; pero si usamos primeramente las inglesas podríamos encontrarnos con problemas.

En los teclados, por influjo de la lingüística de Estados Unidos, no vienen configuradas predeterminadamente las angulares para escribirlas con una sola tecla, así que hay que usar otros métodos, como mantener presionada presionada la tecla Alt y pulsando en el teclado numérico (el de la derecha; ¡asegúrate de que está activado!) 174 para las de apertura y 175 para las de cierre.

Alguien podría creer que la elección entre angulares e inglesas como primer recurso para entrecomillar es aparentemente subjetivo, y va según los gustos y personalidad del usuario; sin embargo, desde siempre, en absolutamente todos los libros —incluso hasta en los catalanes y en los de alguna que otra lengua más— serios o formales y de una cierta calidad se emplean como primera opción las angulares. Para escribir a mano es posible que las inglesas e incluso las simples sean más fáciles de escribir, pero empleando un ordenador no cuesta tanto teclear un poco más a cambio de quedar estupendamente y hacer lo correcto.

Hay unos casos concretos para hacer uso de un determinado tipo de comillas, y esto ya es mucho menos opcional:

Para mostrar que el texto es una cita textual: Paco dijo: «¡Al fin he conseguido dejar el tabaco!».

En obras literarias, para enmarcar los textos que reproducen de forma directa los pensamientos de los personajes.

Para indicar que una palabra o expresión es impropia, vulgar, procede de otra lengua o se utiliza irónicamente o con un sentido especial; en estos casos se recomienda hacer uso de la cursiva.

Cuando en un texto escrito a mano se comenta un término desde el punto de vista lingüístico, este se escribe entrecomillado, pero únicamente cuando no puede hacerse uso de la cursiva, la cual es preferible: La palabra «cándido» es esdrújula.

En obras de carácter lingüístico, las comillas simples se utilizan para enmarcar los significados: La voz apicultura está formada a partir de los términos latinos apis ‘abeja’ y cultura ‘cultivo, crianza’.

Se usan las comillas para citar el título de un artículo, un poema, un capítulo de un libro, un reportaje o, en general, cualquier parte dependiente dentro de una publicación; los títulos de los libros, por el contrario, se escriben en cursiva.

Y estas siguientes son las normas para escribirlas en combinación con otros signos:

Aunque haya un fragmento entrecomillado, los signos de fuera se escriben normalmente: Sus palabras fueron: «No lo haré»; pero al final nos ayudó. ¿De verdad ha dicho «hasta nunca»?

El texto que va dentro de las comillas tiene una puntuación independiente y lleva sus propios signos ortográficos. Por eso, si el enunciado entre comillas es interrogativo o exclamativo, los signos de interrogación y exclamación se escriben dentro de las comillas: Le preguntó al conserje: «¿Dónde están los baños, por favor?». «¡Qué ganas tengo de que lleguen las vacaciones!», exclamó. De esta regla debe excluirse el punto, que se escribirá detrás de las comillas de cierre cuando el texto entrecomillado ocupe la parte final de un enunciado o de un texto (ver el caso siguiente).

Cuando lo que va entrecomillado es el final de un enunciado o de un texto, debe colocarse punto detrás de las comillas de cierre, incluso si delante de las comillas va un signo de cierre de interrogación o de exclamación, o puntos suspensivos: «No está el horno para bollos». Con estas palabras zanjó la discusión y se marchó. «¿Dónde te crees que vas?». Esa pregunta lo detuvo en seco. «Si pudiera decirle lo que pienso realmente...». A Pedro no le resultaba fácil hablar con sinceridad. Lo mismo ocurre en los casos de la raya y el paréntesis, que también son signos de puntuación dobles; es decir, que se componen de uno de apertura y otro de cierre.

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